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Un verdadero manejo integrado de plagas debe considerar seriamente la biología de los insectos si pretende un control efectivo, seguro y de bajo riesgo tóxico y ambiental. Las feromonas proveen todas estas ventajas, por lo que es importante conocer más de ellas.
Entre los compuestos químicos existentes, hay algunos muy específicos de cada especie, con capacidad de provocar una respuesta comportamental en otros individuos de la misma especie, y es en esos casos que denominamos feromonas a esos compuestos. La magnitud de estos compuestos es tal que algunas veces son capaces de desarrollar procesos fisiológicos fundamentales de la especie, por lo que se puede entender que captar una feromona significa recibir un enorme bagaje de información fundamental para la supervivencia, no sólo del individuo, sino de toda la especie.
Las feromonas nos permiten conocer el principal mecanismo de comunicación entre insectos, de manera que al manipularlas o alterarlas se convierten en un importantísimo aliado en el manejo integrado de plagas.
Las feromonas suelen ser mensajes odoríferos, por lo que suelen apelar al sentido del olfato. El órgano que interviene suelen ser las antenas, las que están dotadas de unas microprotuberancias llamadas sensilias quimioreceptoras, encargadas de recibir y transmitir las señales al cerebro del insecto. Los lepidópteros en general, son los que más han desarrollado este sentido, permitiendo a los machos detectar a las hembras que han liberado feromonas sexuales a distancias superiores a los 1500 metros de distancia. Este proceso fisiológico de alta sofisticación es llamado transducción, por medio del cual el insecto puede transformar el mensaje químico, contenido en la feromona captada, en un estímulo bioeléctrico capaz de ser interpretado por el cerebro para dar una respuesta biológica al mismo.
No todos los insectos tienen la misma sensibilidad receptiva y esta varía mucho, no sólo entre especies, sino entre sexos de una misma especie, e incluso según el tipo de feromona actuante.
Los lepidópteros tienen antenas muy desarrolladas y en algunos casos de tipo plumoso, lo que permite tener una cantidad enorme de receptores sensoriales, más específicamente entre 40 y 45 millones de poros receptores por antena. En el caso de las hormigas, por vivir en nidos subterráneos, poseen receptores menos desarrollados y más protegidos de posibles lesiones, por lo que la sensibilidad es muy inferior a la de las mariposas. Por otro lado dentro de una misma especie puede ocurrir que sólo el macho tenga receptores de feromonas sexuales, pero que ambos sexos tengan receptores para otros tipos de feromonas, como es el caso del gusano de seda.
Las más estudiadas y conocidas de estas sustancias son las feromonas sexuales, pero se siguen descubriendo e investigando mensajes químicos que tienen incidencia en comportamientos que benefician a la especie, y que la presión de la selección natural perfeccionó durante siglos.
Se conocen feromonas sexuales que logran la unión de los insectos a grandes distancias con fines reproductivos, las feromonas de agregación, muy frecuentes en coleópteros, y que logran agregar, agrupar, a los individuos de una misma especie facilitando la reproducción y otras necesidades vitales. Suelen excretarse junto con las heces y es la causa de la agrupación en nidos de la cucaracha de la especie Blatella germánica. Las feromonas de dispersión generan lo contrario al efecto de agregación. Suelen generarse cuando el crecimiento de la cantidad de individuos en un nido o colonia excede la capacidad del mismo, y estas feromonas generan la erradicación de gran parte de estos individuos que se re colocarán en otro grupo o nido. Las feromonas de alarma son segregadas en caso de peligro, y suelen generar la dispersión, como ocurre con algunos tipos de pulgones o un ataque masivo y furioso, como es normal durante un ataque de abejas u hormigas. Por último se conocen las feromonas trazadoras, estos compuestos son los de mayor permanencia en el ambiente y son usados para demarcar o un camino hacia las fuentes de alimento o agua. Esos es normal en las hormigas, termitas y roedores.
También hay feromonas que inducen procesos fisiológicos, estas son sustancias que inciden directamente en los procesos fisiológicos. Hay un tipo de feromona que segregada por los adultos de una especie, generan un desarrollo madurativo sexual de los estadios juveniles al estimular la secreción interna de las glándulas encargadas de este proceso. Otro ejemplo de estas feromonas se da en las abejas, donde la reina segrega una sustancia que interrumpe el desarrollo ovárico de las obreras y al mismo tiempo las induce a alimentarla y lamerla.
Las feromonas se están usando actualmente en trampas de monitoreo para decidir el momento oportuno del tratamiento, y así evitar la innecesaria utilización de insecticida cuando no resulta necesario. Otro uso común es la confusión sexual, con lo que se logra desorientar a los machos y que estos no encuentren a la hembra y así disminuir la reproducción de estas especies plaga que desean ser combatidas.
Como las feromonas son compuestos de altísima especificidad, no suelen representar riesgos tóxicos ya que el DL50 suele variar entre 5000 a 15000 mg/kg. Si a esto se agrega que la dosis de uso es ínfima, del orden de los 3-5 gramos por hectárea, la toxicidad es prácticamente nula.
Hay conocimiento de feromonas sexuales de Blatella germánica, Periplaneta americana, Musca doméstica, Ceratitis capitata, Sitophylus oryzae, Rhyzoperta domínica, así como feromonas de agregación de cucaracha alemana, de alarma de hormiga argentina y trazadora de hormiga faraona.
Es sobre estos pilares que se deberá erigir el nuevo edificio del control de plagas, máxime siendo que junto con el conocimiento de las feromonas ha aumentado el de los riesgos tóxicos de los insecticidas convencionales empleados en fumigacion.